Tras una breve historia personal (infancia, juventud, relaciones personales y experiencias que más han marcado tu vida):
(soberbia, codicia, lujuria, ira, envidia, falta de templanza o dominio de sí en tu relación con las personas o las cosas, falta de motivación para el bien que te hace permanecer en ti indolente, encerrándote en tu propia soledad) (7) ... Y de las inclinaciones perversas que hay en tu corazón
(8).
(7) El concepto de pasión que se usa en el texto: "Sentimiento vehemente o emoción capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón" (cf. Oxford Languages). Por su misma naturaleza la pasión atormenta (hace sufrir o padecer), extravía, desgarra el alma si no consigue lo que busca; arruina en su búsqueda a quien se ve perturbado o dominado por ella, al subordinar otros valores o abandonar otras responsabilidades, para conseguir lo que quiere.
Oscurece la razón (para saber juzgar lo que conviene), ofusca el juicio acerca de la realidad de las cosas (pudiendo llegar a desconectar de ella / enloquecer), somete a esclavitud la voluntad. Se alimenta del objeto de su deseo (consumiendo otras fuerzas del alma) y es insaciable (no se sacia nunca de su objeto); por eso tortura / atormenta y extravía. Crece de noche, sin que apenas el hombre o la mujer sepa cómo (alimentada por el objeto de su deseo), hasta que un día se despierta ardiente como un horno encendido, que consume como el fuego, sin que nada sea capaz de dominarla; y no se calma, hasta que no consume todo lo que toca.
Dime si reconoces como un mal el carácter desordenado y violento que lleva consigo a veces el impulso de la pasión, por la falta de dominio de sí y de la propia voluntad que comporta, así como por la perturbación de la razón que lo acompaña; como consecuencia de ello también por el daño que éstas cosas pueden causar a la integridad física y moral/ psicológica, personal y humana de los demás.
Dime cuales son las pasiones dominantes que hay en tu alma, trata de ordenarlas en sentido decreciente (desde la más dominante hasta la menos). Dime en qué pensamientos o sentimientos, situaciones o conductas se manifiestan en ti y cuál es su poder, el dominio que tienen sobre ti; y cuál es el efecto / la resaca que dejan en ti, después de haberte dejado llevar (tal vez sin control) por ellas.
(8) Inclinaciones perversas: Seducción y victimación, mutua dependencia entre seductor y seducido. Dominio y sumisión, renuncia a la propia voluntad frente al mal, privación de la libertad o de los sentidos, hasta la pérdida o renuncia voluntaria a la propia conciencia. El precio pagado por ejecutar en otro la maldad, cosificando a la persona, reduciéndola a un objeto de pasión y de mercado; la complacencia en la propia profanación y envilecimiento, que llega a ser como una necesidad para calmar la ansiedad que dicha profanación y envilecimiento llevan consigo; la exposición a la mirada pública de los demás, que contribuye a aquella misma profanación y envilecimiento; la fascinación por el mal, que no conoce tregua ni descanso, no pone límite ni medida alguna a la maldad. Corrupción y perversión, despersonalización q lleva consigo la maldad ... Diversidad de parafilias y métodos de estimulación, sexualidad compartida, etc.
- Seducción: Responde a la voluntad de dominar a través de la pasión o maldad que la persona despierta en el corazón de otro; presentándose a sí misma como objeto de dicha pasión, maldad o deseo, en quien éstos puedan ser saciados.
- Victimación: Responde al imperativo irresistible de dar cumplimiento a la pasión que la propia conducta ha despertado en el corazón de otro, entregándose a sí misma como víctima a la maldad que ésta lleva consigo; enjugándola en sí misma (en su propio cuerpo y alma), alienándose (enajenándose y perdiéndose) a sí misma en ella; para despertarla de nuevo, en la medida que se va identificando con ella.
- Mutua dependencia entre seductor y seducido y corrupción que lleva consigo: A pesar de la tendencia victimal, que con frecuencia acompaña la seducción, ésta nunca es capaz de dar plena satisfacción a la maldad que despierta, por el carácter insaciable que tiene en sí misma la pasión; estableciendo un vínculo de mutua dependencia o esclavitud entre ambos (seductor y el seducido), según un proceso creciente de corrupción.
- Dominio: Consiste en imponer la maldad como tiranía sobre otro y responde a la voluntad de pervertir, haciendo conocer a otro el mal que antes no conocía y sometiéndole a esclavitud por él.
- Sumisión: Halla complacencia en someterse a la maldad, porque se identifica con ella, por amor a ella; a la que obedece, dándole culto y de la que se hace instrumento, para despertarla de nuevo en el corazón de otros. Supone el reconocimiento / culto a la maldad en el propio corazón y la instrumentalidad o esclavitud (el no poderse resistir) respecto de ella; para soportar en sí todas sus obras, haciéndose víctima de ellas, enjugando en su carne su propia maldad.
Supone también la complacencia solitaria y perversa que la persona halla al hacerse víctima del mal, soportando en sí el daño personal y humano, físico o moral que éste lleva consigo; en lo que estriba el culto que la persona otorga a la maldad, por el sacrificio que hace de sí misma a ella, poniéndola por encima de su propia dignidad e integridad y la de los demás.
- Renuncia a la propia voluntad: Revela el consentimiento pleno que la persona hace de toda maldad, a la que se somete, de la que se hace víctima; a la que no pone límite alguno en sí, por amor a ella. Revela también la complacencia en sufrir aquel daño que lleva consigo la maldad, a la que se entrega sin resistencia alguna.
- Privación de libertad: Supone la decisión irrevocable en dicho consentimiento, por el que se cierra la posibilidad de tornar atrás en su sometimiento, aún en daño propio; que se realiza a con ligaduras, mordazas, etc. Supone también el atractivo por situaciones límite y de peligro (que pueden darse en dicha privación de libertad), con desprecio de la propia dignidad e integridad de la persona.
- Privación de los sentidos y renuncia voluntaria a la propia conciencia: Tiene como fin la exaltación del placer, por la privación de unos sentidos en favor de otros, para la exaltación de otros; hasta llegar a veces a la pérdida de conciencia o renuncia voluntaria a la misma, abandonándose así por completo a la maldad de otro o de otros.
- Precio pagado: Revaloriza la maldad, al tener que pagar por ella, en detrimento de la dignidad de la persona, haciendo de ella un objeto de comercio; renunciando ésta a su propia voluntad, sometiéndose a cualquier clase de vejación o esclavitud, por el precio pagado por ella; poniendo a veces en esto (el precio pagado) su valor.
- Profanación y envilecimiento de sí: Conoce el valor sagrado de la persona, al que acompaña la complacencia / voluntad de atentar contra ella (según un impulso generalmente irracional). Degradándose la persona a sí misma, entregándose sin límite, sin freno ni medida a toda clase de maldad, para enjugarla en su propia carne (cuerpo y alma), sin acabar nunca de saciarse en ella; sometiéndose a sí misma a una esclavitud creciente, cada vez más destructiva y envilecedora; hallando en ello secreta complacencia, convirtiéndose en autora de la propia maldad en sí misma ... Llegando a ser como una necesidad, para calmar la ansiedad que dicha profanación y envilecimiento generan en la propia persona.
- Exposición a la mirada pública de los demás: Convierte en espectáculo la maldad que lleva consigo la propia profanación y envilecimiento de sí, contribuyendo / añadiendo un elemento más a la misma; haciendo salir dicha maldad de las tinieblas, ostentándola y haciéndola publica a la mirada de los demás; sirviéndola con su propia obscenidad, con el fin de suscitarla en otros, dándole culto por su exaltación a la vista de todos y hallando en ello su complacencia.
- Fascinación por el mal, que no conoce tregua ni descanso, sin freno, límite ni medida (hasta la extenuación o pérdida del sentido), en su entrega a la maldad, mediante la propia profanación y envilecimiento; que puede tener lugar con carácter público e indiscriminado (con cualquiera y a la vista de todos): como una consagración de sí misma a la maldad, a la que la exalta y rinde culto con el sacrificio de sí misma a ella.
- Corrupción y perversión: La corrupción comienza con la complacencia hallada en el mal, entregándose a él con plena deliberación y consentimiento. Se caracteriza por el amor a la maldad de la q se es víctima o esclava, a la que se ha rendido la voluntad; sirviendo como instrumento suyo para realizar todas sus obras, suscitándola así en el corazón de otros
La perversión, en cambio, comienza con la voluntad de pervertir o pervertirse; entregándose a sí misma a toda clase de maldad y envilecimiento, para ahondar en sí su esclavitud (aun en daño propio a veces); haciendo conocer a otros aquella misma maldad de la que se es víctima (sirviendo como instrumento a la realización de todas sus obras), con la intención de someterles a su misma esclavitud. Supone la entrega de la propia inteligencia y voluntad al servicio del mal (para suscitarlo en otros); obrando la maldad igualmente con plena deliberación y consentimiento, sin arrepentimiento alguno. Supone también la meditación de la maldad en el corazón, concibiendo la realización de sus obras como designio en las entrañas.
Ambas (corrupción y perversión), comenzando en un ámbito de la vida, tienden a extender su reinado a todo el resto de la misma y comenzando en la intimidad o con una persona determinada, tiende a manifestarse al exterior; haciéndose pública (sin ocultarse a la mirada de los demás) y pudiendo tener lugar con cualquier clase de persona (extraña o desconocida), a la vista de todos: haciendo de la obscenidad su propia exaltación y delirio.
- Despersonalización que lleva consigo la maldad: Siendo la maldad siempre la misma en la diversidad de sus obras, uniformiza a las personas a las que somete; suplantando su personalidad y haciéndoles perder los sentimientos propios naturales, así como el carácter personal y humano en la misma maldad que realizan (como si no tuvieran corazón o realizasen el mal automáticamente).
- Diversidad de parafilias y enfermedad que engendra la maldad, por la alteración que lleva consigo de la propia sensibilidad: al encontrar placer en el dolor que acompaña la maldad (ya sea como víctima o autora de la misma, que sufre o realiza todas sus obras) o en otras realidades que sirven de escenario a la maldad (como son los fetiches, el carácter público, espacios abiertos, la mirada de los demás, etc); por la exaltación del placer que lleva consigo la realización de la maldad mediante el acompañamiento de otros sentidos (la visión de sí misma o de los demás, poniendo ante los ojos la propia maldad de la que se es víctima o esclava; el tacto, el gusto, el oído, etc); por la emoción que causa el hecho de rebasar todos los límites en la profanación o envilecimiento de sí; por la obscenidad que el mal lleva consigo (para sí y para los demás), sirviendo como instrumento a dicha obscenidad y el efecto que esto produce (tanto en sí como en los otros) ...
Otros factores de emoción que pueden exaltar el placer que acompaña la maldad es su realización con personas desconocidas (extraños); de forma súbita, fortuita, arbitraria (por amor de la sola profanación de sí misma que lleva consigo la maldad); en público (a la vista de todos), en espacios abiertos (ante la mirada de toda la creación), en situaciones de peligro (como pueden ser las alturas); con violencia (por la fuerza, con resistencia), con indefensión (privación de libertad), con abandono a la maldad de otro o de otros (renuncia a la propia voluntad o privación de la conciencia), etc. Otras parafilias (zoofilia, necrofilia, etc).
- Sexualidad compartida, con multiplicidad de personas: de las que se es víctima / a las que la persona se entrega, para enjugar en sí misma (en su cuerpo y en su alma) toda la maldad de ellas, sin resistencia alguna o con violencia (por la fuerza), con repetición de las acciones, hasta la pérdida del sentido y el abandono de la conciencia, hallando en su propio daño un placer solitario y morboso; o bien, como coautora de la maldad, en compañía de otras personas que participan de ella, con la exaltación que esto suele llevar consigo de la misma pasión o maldad que se realiza y se comparte, así como con la subordinación de la persona a la misma (aun en daño propio a veces, públicamente causado en la reunión, formando parte de la misma).
- Confusión, vértigo y aturdimiento: como embriaguez (que da tumbos y vacila en todas sus empresas y carece de rumbo) o locura (conducta irracional, que se vuelve contra sí misma, hasta llegar a perder el sentido de la realidad), insensatez o ceguera (que pervierte y extravía todos los caminos de la persona), temeridad (que pone en riesgo no solo su integridad física o moral, sino también personal y humana) que lleva consigo la actuación sin freno de la maldad ... Y salario que lleva consigo la maldad: inmensa guerra y enemistad en la que sumerge (consigo misma y con todo cuanto existe), ausencia de la paz, insatisfacción, ansiedad, exclusión del amor dentro de la vida, soledad (por la maldición que acompaña la culpa), etc.