Tras una breve historia personal (infancia, juventud, relaciones personales y experiencias que más han marcado tu vida):
Dime si tu obrar es recto o si con frecuencia hay una intención oculta, que no se manifiesta, tras una conducta aparentemente inocente o despreocupada; que trata de suscitar el mal/ la pasión en el corazón de otros, sin que éstos apenas lo adviertan o sepan cómo. Reconoce la voluntad de dominio que hay en ello, que ocultamente trata de someter a los demás (por la pasión o maldad que suscita en ellos); de ahí la altivez que con frecuencia acompaña la presencia del mal en el corazón (9).
Esta intencionalidad se hace manifiesta en tu conducta a través de la insinuación (que deja ver el mal como posibilidad, para suscitar en otro su deseo), la inducción al mal (que directamente lo propone, en la conducta o en las palabras) y la seducción que usa del engaño (al no manifestar su intención desde el principio, que es conducir al mal a quien seduce), como tácticas o hábitos de comportamiento. Dime si los reconoces en ti y cuál es su finalidad, su objeto más frecuente dentro de tu vida; y por qué están ahí, cual es la motivación o necesidad profunda a la que responden dentro de ti (encontrar valor, dominar / sentirte con poder, hallar novedad dentro de tu vida, que te parece sin sentido, vacía y aburrida, sin motivación, etc) (10).
(9) La intención mala: Revela el consentimiento y la elección del mal en el corazón, poniendo la inteligencia y la voluntad a su servicio; se traduce en la voluntad de dominio, que trata de someter a otros a la misma maldad de la que se es víctima o esclava, dominando sobre ellos: sometiéndoles a sí misma, como instrumento/ en representación de la maldad, que personaliza y que ha hecho suya, identificándose con ella, por quien el mal puede realizar todas sus obras.
Altivez que lleva consigo la maldad, por el poder que el mal otorga a quien le sirve: Dime si reconoces en ti esta altivez y voluntad de dominio; así como el poder que les acompaña (que es más que humano), recibido de la maldad, para suscitarse a sí misma en el corazón de otros.
(10) Seducción, insinuación e inducción al mal: Pueden llegar una conducta habitual, gravada por el mal en el modo de ser de una persona; que se realiza incluso respecto de sí misma, en la propia soledad (en el modo en el que la persona se relaciona y habita a solas consigo); destinado a alimentar la propia sensualidad, connaturalizándose con ella: haciéndose corruptora, no solo de los demás, sino también de sí misma.
Dime si reconoces en ti esta actitud habitual, como parte de tu ser y si realiza también en ti su eficacia, en la relación que tienes contigo en tu propia soledad ... Como un signo de corrupción que, comenzando en ti misma (en tu propia intimidad), tiende a extenderse al resto de la vida y de las relaciones.