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Háblame de la unción del mal que te acompaña

Como un perfume que invisiblemente unge todas tus acciones, capaz de despertar la misma pasión o maldad de la que eres víctima y esclava en el corazón de los demás, más allá de tu propia voluntad o deseo, sin que ésta intervenga.

Como un fuego que suscita la pasión a tu paso, creando situaciones en las que luego eres víctima del mal suscitado en el corazón de otros ... Dime si reconoces en ti esta unción de la maldad, cuyo origen se halla en la comunión que tu alma ha adquirido con el mal, por el hábito de someterse a él en todas sus obras (11).

Háblame del mal concebido como designio en el corazón, meditado con inteligencia y querido con voluntad, que espera el tiempo y la ocasión de ser consumado; que califica al hombre (lo hace impuro, malvado, perverso, etc) por su identificación con la misma maldad que alberga dentro de sí.


(11) La unción de la maldad Suscita en el corazón de los demás la misma pasión de la que la persona es víctima o esclava, de la que se ha ido convirtiendo en instrumento de manera habitual, en la medida de su creciente esclavitud; aunque ella no se lo proponga, sin que tome parte en ello su voluntad.


Tiene su origen en aquella comunión que su alma ha adquirido con el mal, por el sometimiento a todas sus obras y por el afecto adquirido en dicho sometimiento a la misma maldad de la que se es víctima. Perceptible a veces ante el espejo (de forma subjetiva, para la propia persona), en la medida que va formando cada vez más parte de la conciencia que la persona tiene de sí misma.